POGURI
Edición original: Kadokawa Shoten.
Edición nacional/ España: Ediciones Glénat.
Guión: Isami Nakagawa.
Dibujo: Isami Nakagawa.
Formato: Tomo B6, rústica con sobrecubierta, 144 páginas en B/N.
Precio: 8’95 €.
Edición nacional/ España: Ediciones Glénat.
Guión: Isami Nakagawa.
Dibujo: Isami Nakagawa.
Formato: Tomo B6, rústica con sobrecubierta, 144 páginas en B/N.
Precio: 8’95 €.
Cuando el surrealismo y la inocencia se juntan, engendran un manga de los más curioso. Esos elementos debió mezclar Isami Nakagawa para dar vida a Poguri, un manga cuya esencia parece haber sido creada a través de los ojos de un niño, un universo donde los murciélagos chupan electricidad, los pájaros cocinan sushi y los camellos hacen sus madrigueras debajo de los árboles. De alguna manera, el trabajo de Nakagawa se asemeja inevitablemente a escenas del mítico manga creado por Yoshio Sawai, cuyo título representa de por sí una llamada al absurdo, Bobobōbo Bōbobo, con el que comparte situaciones disparatadas e incoherentes. También se asemeja a la estructura, al dibujo de trazo simple y a la reducción de la narrativa a un simple gag de Shunji Enomotoy su Respuesta de una inteligencia absurda. Y aunque tenga muchos elementos en común con estos mangas, mantiene una característica esencial que los demás mangas no disponen, un componente infantil. Esto significa: una muestra de curiosidad, un acercamiento desde la inocencia, un humor menos abstracto, un componente de ternura y un chorrazo de imaginación con elementos nada agresivos como en los otros mangas antes citados (las peleas de Bobobōbo Bōbobo o las muerte de Respuesta de una inteligencia absurda).
¿Qué es Poguri? Una recopilacón ingeniosa de gags, chistes y pequeñas gregerias visuales. Las historias no tienen ningún tipo de relación entre ellas más allá de tener como protagonista al pequeño Poguri, una especie de alienígena, que nos irá guiando por un mundo que pivota entre lo absurdo y la fantasía. La narrativa es casi en su totalidad visual, y aunque el protagonista hable algunas veces, el fin de la historia, que suele coincidir con el fin del gag, es visual completamente. Su dibujo de trazo fino, de formas sencillas y redondeadas, casa a la perfección con el contenido. Todas las páginas mantienen la misma estructura de seis viñetas, mientras se intercalan folioscopios (una serie de imágenes que varían gradualmente de una página a la siguiente, para que, cuando las páginas se pasen rápidamente, las imágenes parezcan animarse) entre ellas. Nakagawa ha sido capáz de crear un universo tan personal e íntimo, que no solo destaca por el diseño de personajes o los chistes, si no por hacernos sentir nostalgia de la infancia y recordarnos esa inocencia y curiosidad de antaño.