extraños cuentos de guerra

Imagen de Extraños Cuentos De Guerra - Paronzini - Aaron - Rabdomantes
Desde Ernie Pike y el Sargento Kirk, pasando por los cómics de Malvinas y llegando a presente podemos afirmar que en la historieta argentina han habido grandes e interesantes instancias de historias bélicas. El género, sin embargo, hoy en día no se explora tanto. Esto tal vez tenga que ver con nuevas coyunturas sociales y políticas, nuevas formas de ver el mundo en las que la guerra, como solución, ya no es viable. Las tragedias del pasado resuenan claras en la memoria colectiva y, gracias a los medios que provee el siglo XXI, las sociedades hacen lo posible por apagar la mecha antes de que se encienda. Las vidas humanas, en esta percepción moderna del mundo, son invaluables, cada una de ellas. ¿Cómo pensar, entonces, una historieta bélica moderna? ¿Y una antología de ellas? Esa es la pregunta que César Libardi y el equipo de Rabdomantes buscan responder en "Extraños cuentos de guerra".
Como dijo Litto Nebbia, “si la historia la escriben los que ganan, eso quiere decir que hay otra historia”. Replantear lo bélico desde el punto de vista de los caídos, repensar la guerra por sus consecuencias y no por sus causas, eso es lo que hacen Nicolás David Ramirez y Javier Oliver en la historia que le da inicio al libro. El protagonismo recae en los perdedores, en los colaterales del conflicto, y en la posibilidad de que puedan ver a los ojos a su verdugo. En “US4ALL”, lo que se plantea es una esperanza de que, en algún lugar, la guerra puede darse vuelta, y los vencidos pueden ganar por una vez.
Lápices de Kundo Krunch
1666.
Un enfoque similar tienen Lucas Alarcón y Kundo Krunch, esta vez con un conflicto un tanto más olvidado, pero no por eso menos desequilibrado. Las guerras calchaquíes fueron conflictos entre el imperio español y la confederación de pueblos independientes diaguitas que concluyeron en 1667. Lo que originalmente fue una derrota pasiva para los indios de Quilmes, en los guiones de Alarcón y los lápices de Krunch se convierte en la última resistencia de un pueblo ante los invasores antes de desaparecer de los anales de la historia. De lo mejor de la antología.
Jason Aaron Wong y Francisco Paronzini le encuentran otra vuelta a la historieta bélica moderna: en vez de repensar los conflictos del pasado inventan sus propios mundos con sus propias guerras. Una amalgama entre bélico y ciencia ficción que se agarra de la estética pulp y el retrofuturismo para contar una historia de naves espaciales, portales y rayos láser en mundos imaginarios, con un protagonista hegemónico y un interesante giro de la trama cerca del final. La historia más colorida del libro, sin dudas.
Lápices de Rodrigo Camarda
Los Griots.
La historia final del libro, con dibujos de Rodrigo Cardama y guiones del propio Libardi, es la más compleja de toda la antología, aunque su mensaje sea bastante universal. Aunque sea una guerra en el África profundo contra unos sobrenaturles guerreros Kindas, lo esencial de la guerra es su valor histórico. Saber que sucedió, entender cómo los enfrentamientos modelan el futuro social y político de las sociedades y marcan a los familiares de los caídos, ese es, acaso el único, valor de la guerra. La memoria.
Esta antología de Rabdomantes a todo color ya se consigue en los lugares usuales y a precio popular. Busquen la increíble portada de Tomás Aira y van a saber que están comprando el libro correcto.

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