EL LOCO CHAVEZ

 

Es natural, por tanto, que a los autores de cómics les parezcan menos atractivas estas historias sin buenos ni malos, en las que las pequeñas miserias de la vida se sobreponen a las brillantes gestas y donde la capacidad de observación de la realidad resulta más importante que el talento fabulador.

Pero ése es, precisamente, el campo en el que se mueven con soltura los argentinos Carlos Trillo y Horacio Altuna con su personaje el “Loco” Chávez, un periodista porteño desenvuelto, incluso caradura, de aspecto corriente, aficionado –como tantos de sus compatriotas– al futbol y las mujeres hermosas, a veces con buen ojo para las personas, otras ridículamente torpe, pero siempre ejercitando la capacidad de observación, sensibilidad y empatía que deberían ser obligatorias en cualquier profesional de ese gremio.

El Loco Chávez, como todas las historietas producidas en Argentina en los largos años de la dictadura militar (poco después de su estreno, Videla dio el golpe de estado y se hizo con el poder), tuvo que lidiar con una censura tan esperable como irracional, pero no impidió que El Loco se transformara en un personaje tremendamente popular entre los dos millones de lectores que compraban el diario. Elevado a la categoría de icono nacional, incluso llegó a tener una serie de televisión (emitida por el Canal 11 en 1978) que, pese a su inmediato éxito, fue abortada al poco de nacer por el censor militar de turno, quien argumentaba que el talante mujeriego del protagonista y su falta de respeto hacia su jefe eran un mal ejemplo para los argentinos.

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