LA CANCION DE APOLO
Hoy en día tenemos el amor por un concepto universal, un sentimiento extensible a todos los ámbitos de nuestra vida pero especialmente determinante en su acepción romántica vinculada con el afecto, la pasión y el deseo carnal. Esta etérea y espiritual noción, cultivada a lo largo de la historia por todo tipo de autores, se traduce en un conjunto de sensaciones personales que la ciencia explica como una serie de reacciones químicas de nuestro cuerpo favorecidas por la evolución biológica y por diversos condicionantes sociales y culturales propios del ser humano. El amor en nuestro marco geográfico se ha visto influenciado decisivamente por la religión cristiana cuyos virtuosos principios acabarían matizando el amor cortés medieval asumiendo carácter divino aptitudes como la paciencia, la castidad y la contención en las mujeres y el vasallaje y el honor en el hombre. Ese era el camino para alcanzar el ideal del amor dentro del matrimonio contrario a la más dudosa alternativa promovida por juglares y trovadores. Todo esto ha supeditado la manera en la que históricamente hemos entendido, vivido y combatido un concepto tan invasivo y virulento como el amor.