SORTEO DE DIA JUEVES EN RADIO UNCO CALF 103,7

 





SORTEO  DEL COMIC "LA CARCEL DEL FIN DEL MUNDO" EN RADIO  UNCO  CALF 103, 7 MHZ DEL  DIA JUEVES 9 DE OCTUBRE, EN EL  PROGRAMA YO NO FUI .....DE 14 A 17 HS , NOMBRE Y TRES ÚLTIMAS CIFRAS DEL  DNI.

EL PREMIO  SE RETIRA EN  LA FERIA DE LA CIUDAD  EMPRENDE EL  DIA SÁBADO  11 DE 17 A 21 HS.

“Lo único que no pueden hacer es escaparse. La naturaleza, cómplice de las rejas, los encierra en el monte. Los penados saben que la libertad de que disfrutan en el monte no tiene más que un límite: la muerte”. Entre marzo y abril de 1933, el periodista Juan José de Souza Reilly publicó en la revista Caras y Caretas una serie de entrevistas y artículos producidos en la cárcel de Ushuaia, que retrataron desde asesinos seriales como el Petiso Orejudo a héroes populares como Simón Radowitzky o políticos de la época, caídos en desgracia tras el golpe de Uriburu. En buena medida aparecían como crónicas policiales, pero esencialmente proponían a los lectores ver las noticias de la época desde la óptica de quienes habitualmente no tenían voz en las crónicas de turno: los condenados. A partir de ese material formidable por su valor histórico, Santiago Sánchez Kutika y Kundo Krunch realizaron La cárcel del fin del mundo – crónicas de un encierro helado, publicado recientemente por Hotel de las Ideas.

Para Sánchez Kutika no fue la primera experiencia vinculada a la crónica policial: su libro anterior fue Arlt. Cronista criminal, junto a su compañero de editorial Diego Rey. En cuanto al dibujante marplatense, después de los consagratorios El último recurso junto a Luis Roldán, La cárcel del fin del mundo supone una suerte de bajada a tierra, pues su registro pasa del relato fantástico (y casi superheroico) al realismo. En común hay un clima, el conjunto de sus recursos con sus contraluces, sus dibujos (re)proporcionados y un plantado austero construyen una atmósfera siempre sórdida que subraya los crímenes sin embellecerlos.

En el libro hay varios méritos. Recuperar esas crónicas históricas es uno, desde luego. Pero no es el único acierto desde la escritura. Sánchez Kutika sabe trabajar en equipo y se nota. Donde otros colegas suyos se matarían por dejar en claro cuán inteligentes son, él da aire al texto original y libertad a su dibujante para plantar los escenarios del mejor modo posible. A veces se reconoce a un buen guionista porque supo disimularse detrás de los demás. Esta es una de esas ocasiones. Sánchez Kutika está ahí en un montón de decisiones, sin duda (qué casos narrar, por ejemplo, desde qué posición recuperarlos, qué citar y qué no del texto original de Souza Reilly), pero no trata de pavonearse.

Y en esa libertad que ofrece el guionista, Krunch saca a relucir lo mejor de sí. Su estilo se lleva de maravillas con la austeridad del ambiente patagónico y carcelario (es difícil imaginarlo retratando un ambiente tropical exhuberante, por caso), pero esa capacidad para ensombrecer rostros y definir una cara con apenas el perfil de una nariz, algunos dientes y dos puntitos por ojos son ideales para contar las vidas encerradas en la cárcel del fin del mundo. Al final, dado el contexto, la dupla consigue el mejor resultado: atrapar al lector.

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